El arte de almacenar vino de manera doméstica comenzó en la Roma Imperial, del año 100 a.c. hasta el 400 d.c., cuando en la parte superior de las casas de la gente con riqueza se destinaba una habitación para guardar el vino.
La cella vinaria se orientaba hacia al norte y se mantenía fresca la habitación para evitar el efecto nocivo del calor sobre el vino.
Pero es hasta los principios de la Edad Media que se inician las cavas tal y como se conocían antes de los equipos de almacenamiento modernos de ahora: bodegas subterráneas para el vino con condiciones especiales de humedad, temperatura e iluminación.
La palabra cava proviene del latín “cavus” y significa cueva o zanja. Las primeras cavas se construyeron en los sótanos de los conventos y monasterios dónde el vino se consumía con regularidad.
La tradición europea del cultivo de la vid está íntimamente ligada a la religión cristiana que le confiere a esta bebida el carácter de un elemento ritual.
En todos los países europeos se encuentran conventos que, con un fin litúrgico o uno más mundano, comunicaban a los refectorios (comedor del convento) con una bodega de vinos subterránea.
Fue mucho más adelante en la historia cuando comenzaron a propagarse las cavas particulares – aproximadamente de finales del siglo XVIII a principios del siglo XIX – gracias a la proliferación de la burguesía y su interés por hacerse de su propia dotación de vinos de alta calidad. Esta necesidad probablemente nunca se planteó para los miembros de la realeza y la aristocracia quienes no tenían que ocuparse personalmente de sus cavas, pues para ello contaba con la ayuda de proveedores y sirvientes.
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A partir del siglo XIX las cavas privadas se extienden por toda Europa como una práctica de “buen gusto” propia de aristócratas y burgueses. Esta costumbre no sólo se ha preservado hasta nuestros días, sino que se ha renovado como una valiosa forma de cultura, que se adapta a la modernidad a través de un estilo de vida contemporáneo para los sibaritas que han integrado el hábito de coleccionar etiquetas de diferentes regiones del mundo a su día a día, y que para su conservación requieren de un equipo moderno, a la vanguardia en tecnología para mantener sus vinos intactos y en perfecto estado.
En esta época, como en el inicio de la historia, una cava personal es signo de un estilo de vida cosmopolita, en el que se conjunta el refinamiento con la pasión para ser partícipe de la cultura del buen vino y Vintec marca líder en el mundo, es la única que ofrece las condiciones necesarias para el cuidado de las etiquetas.
La vanguardia en almacenamiento
En la actualidad es importante para los bon vivant el conservar la colección de vinos y preservar las características intrínsecas que le dan valor a cada etiqueta que, al ser una bebida en constante evolución, necesita de condiciones óptimas para desarrollarse y mantener su calidad al momento de descorcharse. Vintec, es la única marca que cuenta con 5 pilares para el almacenamiento del vino en casa:
- Vintec mantiene una temperatura estable para conservar los vinos y facilita su natural maduración.
- Las cavas Vintec y su sistema de calidad de flujo de aire, evita que olores penetren en el vino, además no permite que exista moho que dañe los corchos y etiquetas.
- Los vinos maduran perfectamente al guardarse en una cava Vintec a prueba de vibraciones.
- A través de una función auto regulable con circulación de aire, Vintec ofrecen un nivel de humedad superior al 50% además de conservar los niveles de hidrometría que preservan los corchos, así como evita que se oxiden los vinos durante su guarda.
- Las cavas de vino Vintec cuentan con protección UV.
Vintec, en exclusiva en El Palacio de Hierro, ofrece una experiencia enológica al más alto nivel, al conservar la colección de etiquetas que un selecto grupo de personas puede disfrutar.