Por Roberto Yáñez
Una seductora perspectiva estética atrapa al espectador en las redes de una nueva versión de la tragedia de Shakespeare y termina temporada en el Teatro Milán. No te quedes sin verla.
“Funciones agotadas”, era la leyenda constante en taquilla y en el sistema de venta electrónica, apenas levantó el telón la puesta en escena de una nueva versión de la icónica tragedia.
¿La razón? El ensamble perfecto de un equipo de hacedores de teatro que se abocaron a rendirse bajo la óptica de la jefe en timón: Angélica Rogel, la directora y adaptadora, que dio un giro a la obra, haciéndola contemporánea, seductoramente perturbadora y más, con una acertada dramaturgia que mantiene en vilo al espectador que se sabe perfectamente la historia.
Este Hamlet, se asemejó a una pasarela, en la que los símbolos tienen un juego malicioso que atrapa la atención de los que observan.
El público, se mantuvo sin respiro, con la mirada yendo y viniendo detrás de una naranja, en un escenario que se convirtió en la lucha de las pasiones, los rencores, la traición, la honra y por supuesto, la muerte.
Y en esta adaptación, Hamlet se materializa en una mujer, poderosa, con fuerza masculina y con el sutil encanto de la razón y la fragilidad humana, magistralmente interpretado con la cátedra actoral de Irene Azuela, quién es arropada por un elenco que trabaja milimétricamente a precisión para estar a la altura de la exigencia del trazo escénico: Mauricio García Lozano, Emma Dib, Naian González, Assira Abbate, Miguel Santa Rita, Alfonso Borbolla, David Gaitán, Alejandro Morales Y Tamara Vallarta.
Y entre grises, la visión monocromática de la perspectiva de la tragedia familiar adquiere tintes de tensión y locura, que se asoman a través de señales contundentes dentro de atmósferas contemporáneas, pero no menos perturbadoras, en las que el sonido, creación del músico Hans Warner, atrapa la acción con sus bits electrónicos. Mención aparte para diseño del vestuario, un elemento clave en la trama.
Pero todo llega a su fin. La obra termina su temporada este fin de semana en el Teatro Milán. Aún existe la posibilidad de adquirir boletos para sus últimas funciones del sábado 30 de abril y domingo primero de mayo. En verdad, no te quedes sin verla. Sin duda, una puesta que quedará en la memoria de los amantes del teatro. Si William Shakespeare estuviera entre el público, no dudaría en aplaudir de pie a esta obra maestra.